12 agosto 2010

Subida al Veleta

EL CIRCUITO

Impresionante. Se puede subir corriendo  a cualquier cima de cualquier montaña, pero a la del Veleta lo hace especialmente diferente. Tan sólo hay dos lugares en la península en los que  se pueda estar más alto tocando el suelo con los pies, el Mulhacén y el Aneto.

50 km desde el centro de Granada, en los que tan sólo hay unos 500 metros en los que la pendiente es favorable. Los primeros 11 son llanos casi en su totalidad. Desde el km 11 hasta el 40, el recorrido es todo sobre un asfalto perfecto en el que la subida es sostenida pero sin dar ningún susto importante. Desde el km 40 hasta la meta, el camino se convierte en una pista de asfalto roto con tramos de pista en la que se hace muy cómodo el caminar. En el  paisaje, los pinares y sabinares dan paso a los pastizales nevadenses de alta montaña, conocidos en la zona como borreguiles. En la cumbre, grandes bloques de nieve (del tamaño de un campo de fútbol) te hacen no comprender cómo puedes estar pasando tanto calor y coger la nieve con las manos mientras caminas.

YO

Llegué a Granada con una fuerte otitis en el oído derecho. La noche del viernes fue insoportable, con un dolor fuerte y constante que no me dejó dormir más que 3 horas. Los antiinflamatorios y los antibióticos iban a formar parte de mi dieta para el fin de semana.

Durante el sábado, la cerveza se hizo la protagonista del día, desde el almuerzo y hasta la cena, ¿Y es que habría otra manera mejor para hidratarse y recargar CH? Por su puesto no  podía ser otra, Alhambra, la autóctona.

Aperitivo de Martini con su oliva en la piscina del hotel, comida de lujo en una pizzería cercana al hotel, y cena, bastante mediocre, en el mismo hotel antes de irnos a descansar. Esto parecía más bien unas vacaciones entre colegas que el día previo a una gran carrera.

El desayuno muy completo. Típico buffet de hotel en el que tienes una gran variedad de todo para elegir. Como siempre, me puse hasta las trancas de café con leche y bollería.

La salida se dio con algo de retraso, sobre las 7:15 de la mañana. El cielo estaba nublado, y la temperatura era la ideal para echar a correr.

Los primeros 11 km, acompañado por un grande de las ultras, José Aº “El Cocinas”, a una media de 5’12”/km, fueron un calentamiento prefecto para afrontar las primeras rampas que ya no nos abandonarían hasta la cima.

Santi, que nos dio caza sobre el km 15 y un experto en esto de la ultradistancia, era el mejor compañero de viaje que me podía buscar para este día. Ritmo constante, seguro, sin apretones, estaba claro que era un seguro de vida correr a su lado.

Por el camino, Joserra y Mike iban haciéndonos de supporters. En el coche portaban una nevera de playa con todo lo necesario, agua, Coca-cola, Vitargo, Aquarius, barritas, geles, hielo, y por supuesto cerveza. Fue un acierto que nos acompañasen, de lo contrario no sé que hubiese pasado en una carrera en la que la organización sólo daba agua, y muy de vez en cuando, y casi a escondidas, podías beber un poco de Nestea. Lamentable. Pero este tema lo comentaré más adelante.

Santi me llevó de la mano como un padre lleva a su hijo por primera vez al colegio. Me llevó así hasta el km 38, donde estaba situada la barrera que impedía el paso a los vehículos. Allí me esperaba Mike, con una Coca-cola bien fría, con la mochila colgada y preparado para hacerme compañía el trayecto que me restaba para la cima.
Me puse a beber la Coca-cola caminando, mis primeros pasos caminando desde hacía más de 4 horas y 38 km, increíble. Santi, que por lo visto no tenía sed, o unas ganas locas de soltarme, no dejó de correr hasta que le perdí de vista. No me importaba, era la hora de caminar, correr era, si no imposible, casi. Sólo se podía hacer en tramos muy cortos, a ritmos tan bajos que caminar ligero con la zancada larga salía muchísimo más rentable que trotar.

Nadie corría. La altura, a más de 3.000 metros, y el desgaste acumulado hacían que, a estas alturas de la carrera, fuera más una lucha por sobrevivir (entiéndase por sobrevivir cruzar la meta) que cualquier otra cosa.

Pasaban los kilómetros, me acercaba a la cima, hablaba por teléfono con Ximo, me partía de risa con el Tito Mike (pedazo compañía) y llegué.

5h 45’ me costó la broma. Después de que 62 valientes cruzaran la meta lo hice yo. Allí ya esperaba Santi desde hacía 5’, y Mike, que se pegó un apretón de 100 m al 20% para poder sacar esta foto.


Mi cuerpo respondió como un motor recién engrasado y puesto a punto.

Esta prueba ha sido para mí un paso de gigante hacia el DID.

LA COMPAÑIA

INMEJORABLE.

Emilio, “El Decano”, que con sus ..taitantas maratones, varios Veletas, otros tantos 101’s de Málaga, y no sé cuántas historias más, nos hizo reir una jartá (como dirían en Graná)

Joserra y Mike, unos “Supporters” de lujo. Sin ellos imposible que la carrera hubiese salido perfecta. Y no sólo estaban para nosotros, sino que animaban y se entregaban a los demás como a nosotros mismos. ¡Gracias máquinas!, así me iría yo al fin del mundo.

Santi, “El Crack”. Da gusto verlo correr. Es el tío más seguro de sí mismo que he conocido corriendo. En breve estará desafiando las montañas del UTMB. ¡Suerte!, aunque no la necesites.

LA ORGANIZACIÓN

LAMENTABLE.

Lo peor que he visto nunca.

Son muchos los errores, y todos subsanables, para una carrera como ésta, con 26 ediciones ininterrumpidas de historia.

Una carrera de 50 km en alta montaña en la que SÓLO te ofrecen agua, y en algún punto un poco de melón. Ni sales, ni hidratos, ni nada parecido, solamente agua. Sin apoyo logístico yo hubiese palmado fijo.

En meta SÓLO podías beber Powerade. No había agua, ni Coca-cola, ni nada que meterse a la boca.

La más absoluta DESINFORMACIÓN. Nadie sabía decirte dónde coger el microbús. Nos mandaron andando para abajo, cuando después de deshacer 3 km vimos que subía el autobús vacío, porque se cogía arriba, en meta, no abajo.

El microbús nos baja 4 km para luego escoger, si bajar a las duchas por el remonte en telesilla, o subirse a un autobús, este ya de los grandes, para llegar hasta la barrera donde se quedaron los coches de los acompañantes, en el que nadie nos informa que tendremos que esperar hasta 1h 45’ de reloj, sentados, hasta que se llene el autobús, puesto que SÓLO hacen UN VIAJE. Una vez lleno, el que lo tuviera que haber cogido que se joda, que hubiese corrido más rápido, y ahora le toca bajarse en el telesilla a un pueblo que está a 3 km de su destino, al que tendrá que llegar seguramente a pie.

Después de varias horas llegamos a las duchas, pero claro, éstas ya estaban cerradas. En la puerta aguardaba un segurata diciendo que eran “órdenes”, y que hay no pasaba ni Dios.

Unos 15 corredores que nos vimos en esa situación, acabamos lavándonos en un carcho que formaba un hilillo de agua muy fría que caía de algún sitio.

Uno de los que se estaba lavando conmigo me dice –“Esto no es ná quillo. Si te cuento que cuando he llegao yo a meta ya no había nadie. Ni arco, ni asistencia médica, ni ná de ná. Sólo había un voluntario pa desirme que me tenía que bajar caminando porque ya no queaban auocares- ¡Qué te parese! Evidentemente me quedé helado, y no por lo fría que estaba el agua. Más tarde me enteré que eso mismo le pasó a mucha más gente. Es cierto que todos ellos habían pasado el tiempo de corte fijado en 8h, pero creo gravísimo, dejar al amparo de las montañas a un corredor que puede llegar al borde del desfallecimiento y al que no hay nadie para asistirle. De verdad que no me lo creo.

Lavándonos en la charca, pasó el responsable de la organización, al que tuve la oportunidad de manifestar mi descontento. Se justificó con argumentos vacíos que no voy a relatar por no extenderme más.

Por supuesto no volveré jamás. Al menos bajo una organización tan deplorable. El día que tenga que volver, lo haré con mi equipo de apoyo, tal y como esta vez, pero sin pagarle a nadie por nada.

Siento hablar así de una organización, pues sé de primera mano lo duro que es organizar una prueba deportiva, pero los principios básicos bajo los que organizamos el Triatlón de Elche difieren bastante de lo que pude ver el domingo. Creo que este tipo de pruebas deportivas, se han de hacer para los corredores, pensando en ellos y cuidando cada una de sus necesidades, y no para rellenar las portadas de algún periódico local.

FIN.



3 comentarios:

Alicia López Castejón dijo...

¡Enhorabuena, guapetón!

¡Qué envidia me ha dado lo que habéis hecho! Me apetece mucho esta prueba y además por el grupo que ibais y el ambiente. Aunque, claro, con esa organización es para pensárselo.

Ya te queda menos volumen y preparación para el DID, ¡a por ello!

Rabasco dijo...

Gracias Ali.

Otro año organizamos una expedición del club y vamos todos juntos, con nuestro propio apoyo.

Creo que esta subida se ha de hacer al menos una vez en la vida.

Créeme, es impresionante lo que se siente cuando dejas de caminar y levantas los brazos tan tan alto.

yak the ripper dijo...

la prueba tiene que haber sido una pasada, eso si, me parece una vergüenza la actuación por parte de la organización....

hay que ver, con lo que cuidáis al triatleta en vuestro tri....

de todas maneras, enhorabuena, tiene que ser duro de cojones