Joserra nevegando.
La esperanza era que, en la parte sur de la isla, el agua estuviera algo menos agitada y nos permitiera, si no dar la vuelta, por lo menos hacer algunos largos. Bordeamos la isla entera, para al final descartar la posibilidad de nadar. No merecía la pena.
Claro, ¿y a quién se le ocurre ir a Tabarca sin las zapatillas de correr? A nosotros por supuesto que no. Así que nos calzamos las zapas y a pegarle vueltas a la Isla. Después de poco más de una hora y unos 13 km recorridos, resultaron dos vueltas completas y otras dos más pequeñas a la parte más grande de la isla, la del faro.
De izq a dcha Jaime, yo y Joserra (los 3 Mosqueteros)
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El agua, en la playa, estaba muy fría, en torno a los 18⁰C, lo que aprovechamos para meter las piernas hasta la cintura durante algunos minutos y algún que otro remojón de cuerpo entero. Después de la ducha, Kapy nos tenía preparados unos bocatas de atún y unas cervecitas bien fresquitas. A partir de ahí comenzó el verdadero sufrimiento, tumbados en cubierta, sol, cerveza, bocata, cerveza, bocata, sol, y así hasta que no pudimos más y nos fuimos a comer.
Este fue el segundo apretón del día, pero lo aguantamos como campeones.
Y como buenos españoles, no tuvimos más remedio que echarnos a dormir la siesta, unos en los camarotes y otros en cubierta, en fin, qué le vamos a hacer, era el último esfuerzo del día.
Con una suave y silenciosa travesía a vela, llegamos hasta Alicante para concluir un día 10.
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